Una cosa es que la aerolínea de bajo costo VivaAerobús (equivalente a una línea de camiones guajoloteros) sea capaz de hacer que sus pasajeros enardecidos pierdan la cabeza y golpeen al operador de tráfico por el retraso de dos horas en un vuelo doméstico, y otra muy diferente que una despistada e irresponsable senadora se ponga pesada con el personal de tierra cuando no llega a tiempo al mostrador para documentarse.