Al superhéroe no se le conocen novias ni romances, sólo al joven Maravilla, quien debe ser su objeto de pasión y el consentido de sus más entregadas noches de amor
Melchor, Gaspar y Baltazar habrían llegado en finos carruajes a ver al niño Jesús y se ligarían a los chavitos locales comprándolos con mirra, incienso y oro