MICRÓFONOS DESDE LA CÁRCEL

Gabriela le entró a “la maña” desde los 15 años para alimentar a su bebé, esta es su historia

Se convirtió en una madre en medio de un escenario de carencias con muy pocas alternativas para salir adelante

Gabriela le entró a “la maña” desde los 15 años para alimentar a su bebé, esta es su historia

(Foto: Especial)

Historias 08/05/2024 14:02 Redacción Actualizada 14:02
 

La maña y su dinero, sus armas, están muy presentes en algunos lugares de México, es la opción más a la mano para salir de la pobreza, una vía que es especialmente atractiva para los menores de edad que crecen enojados con la vida que viven. Gabriela es uno de esos casos.

Con 14 años y una pequeñita recién nacida en los brazos, su vida en la frontera le cerró las opciones de caminar “por la derecha”. Enojada con la vida porque una bala perdida de “militares” mató a su padre, su impulsor y máximo apoyo, Gabriela se convirtió en una madre en medio de un escenario de carencias con muy pocas alternativas para salir adelante.

La más “a la mano”, cuenta a Saskia Niño de Rivera, fue “la letra”, como se le identifica a Los Zetas.

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“Cuando nació mi niña estaba a punto de cumplir mis 15 (…) y pues empezamos a darle la comida y después me enteré del negocio, como que me hablaron. Era algo que se veía ahí todos los días, entonces nada más era cuestión de decir que sí y entrar a la maña, que siempre ha estado ahí”, cuenta la mujer actualmente recluida en algún penal de nuestro país.

—¿Es algo que tenías a la mano o tuviste que buscarla? —No, no, siempre he estado, siempre he estado, normal.

—¿Cómo entra una niña de 15 años a la maña? —Pues demostrando que sí puedes, demostrando que puedes hacerlo bien. 

Lo que debía “hacer bien” Gabriela era: aprender a matar. Una vez reclutada, le enseñaron a manipular armas, a tirar, a armar y desarmar su pistola, como si estuviera con militares.

“Pues sí, son los mismos militares los que te enseñan. Desde el principio te dan algo qué cuidar, una mascota, y luego te dicen que lo mates; y al principio sí sentí feo, ¿no? pero como que va haciendo cada vez más, cada vez más, para que ya no sientas nada, te van como desensibilizando”, relata.

Con el hambre de su hija a cuestas y el rencor por la muerte de su padre, Gabriela demostró que sí podía con las tareas, que en algún momento podría vengar a su papá y sacar de la pobreza a su mamá, su hermana y su hija pequeña.

Paradójicamente, sentirse responsable de su familia la obligó a dejar de sentir remordimiento por su actividad como sicaria adolescente, por jalarle al gatillo cuando recibía la orden. Desde el adiestramiento, ya sabía lo que tenía que hacer.

Y no le daba la vuelta: en los operativos le gustaba ser la primera en entrar e iniciar los balazos, “entrarle al toro de frente”, como ella describe, impulsada por no querer morir, por querer salir rápido del operativo, por ser la primera en matar impulsada por el enojo que había crecido dentro de ella.

Una falla provocó que la castigaran sus superiores. La movieron a otro estado, a vivir encerrada en una casa, encargada de contar el dinero de su organización.

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(Fotos: Especiales)

“En la casa estaba yo solita, nomás contando, contando, contando un montón de dinero y, quieras o no, los pensamientos te traicionan, te vienen las imágenes de las cosas que has pasado, y no me gustaba, me daban crisis, me daba miedo y a la vez tristeza, pero sentía así una ansiedad que me invadía, porque estaba lejos de mi familia”.

En esa casa fue la carnada perfecta para entregarla a la policía. Siendo mujer y menor de edad, le endilgaron los delitos de otros porque sería más fácil para ella salir pronto de la cárcel. Sin sentencia, Gabriela está acusada de terrorismo, portación de armas, delitos contra la salud. Le querían colar dos secuestros, pero no se los pudieron comprobar.

“Quieras o no, como que aquí me siento tranquila. Siento algo que hace mucho que no sentía”. Viendo a su pequeña por videollamada, con las visitas de su madre, dentro de la cárcel está más tranquila, “ya no me siento tan acorralada”, dice.

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