“Padre Dios, mi Señor amado. En esta mañana alabo tu nombre y te exalto porque tú eres mi protector. Gracias porque cuidas de mí cada día y me ayudas en medio de las dificultades que se me presentan. Hoy quiero glorificarte en todo lo que hago”.
En la sagrada La Biblia encontraremos muchos mandatos para dar gracias a Dios entre ellos el Salmo 106:1; 107:1; 118:1; 1 Crónicas 16:34; o 1 Tesalonicenses 5:18.
La mayoría de los versículos enumeran las razones por las que debemos darle gracias, como, por ejemplo:
"Su misericordia es para siempre" (Salmo 136:3, 100:5), "Él es bueno" (Salmo 118:29). La acción de gracias y la alabanza siempre van juntas. No podemos alabar y adorar a Dios adecuadamente sin ser agradecidos.
Los seres humanos somos propensos a la codicia y tendemos a darle más importancia a lo que no tenemos que, a lo que a Dios gracias, hemos obtenido por su infinita bondad.
Primera de Tesalonicenses 5:18 dice: "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús". Debemos ser agradecidos no sólo por las cosas que nos gustan, sino por las circunstancias que no nos gustan.
Cuando nos proponemos dar gracias a Dios por todo lo que permite que pase en nuestras vidas, mantenemos a raya la amargura. No podemos estar agradecidos y amargados al mismo tiempo.
Te invito a dar gracias siempre, no renegar por lo que te pase y siempre ver con gratitud todo lo que sucede en nuestro camino para alcanzar las gracias que no da Dios.