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La baja calidad de productos ofrecidos, muchas veces elaborados con materiales de bajo costo no cumplen con los estándares establecidos. Los vendedores ambulantes, por su parte, suelen carecer de derechos laborales, seguridad social y estabilidad económica, perpetuando condiciones de vulnerabilidad. Además, las zonas con alta concentración de ambulantaje son propensas a la presencia de carteristas y extorsionadores, incrementando los riesgos de inseguridad.
La saturación del espacio público dificulta la conservación y apreciación de los monumentos y edificios históricos, afectando la identidad cultural del Centro Histórico.
Aunque las autoridades han implementado medidas como reubicaciones, creación de mercados y operativos de desalojo, estas no han sido efectivas, ya que suelen ignorar las causas estructurales de la informalidad y no ofrecen soluciones viables para los vendedores.
Resolver este fenómeno requerirá un enfoque integral que equilibre el derecho al trabajo de los ambulantes, la protección del patrimonio cultural, la funcionalidad del espacio público y el bienestar de los comercios establecidos.