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Si imagináramos que Estados Unidos y México son dos tiendas vecinas que intercambian productos, los aranceles son como comisiones que se cobran una a la otra por vender sus productos.
Se trata de una cuota especial cuando un producto cruza de una tienda a otra. Es decir, de una nación a otra, y funciona como un filtro que puede proteger la producción local o generar ingresos para el gobierno.
Cuando una empresa mexicana quiere vender computadoras armadas en Jalisco en las tiendas de Estados Unidos, quien la compre deberá pagar 25% adicional por cada equipo. Si uno de estos equipos cuesta 1,000 dólares y el arancel es de 25%, el consumidor tendrá que pagar 250 dólares extra.
¿Por qué hace esto Donald Trump? Para que el consumidor compre una computadora más barata sólo por el hecho de que fue fabricada en Estados Unidos.
Es decir, el arancel busca proteger la producción local.
En sentido opuesto, si en México se fabrican computadoras, un arancel alto a las que llegan desde Estados Unidos ayudaría a que las opciones mexicanas vendan más, y estas ventas generarían puestos de trabajo, mayor recaudación de impuestos locales y, por lo tanto, más ingresos para el gobierno, que puede usar en escuelas, hospitales o becas del bienestar.
COMO UN BISTURÍ
La historia reciente entre México y Estados Unidos ilustra la complejidad de estos impuestos. Durante 20 años, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) redujo significativamente los aranceles entre ambas naciones.
Esto significó que el intercambio comercial aumentara, precios bajos y oportunidades para empresas de ambos lados de la frontera. Sin embargo, en 2018 el presidente Trump, en su primer mandato, exigió una renegociación para modificar algunos aspectos del tratado, ahora llamado T-MEC.
Pero, hasta la fecha, “no hay un solo caso en que la imposición de aranceles y una guerra comercial genere un efecto positivo, más allá de un efecto de muy corto plazo que parte de una narrativa proteccionista inútil”, explica Juan Francisco Torres Landa, socio mercantil y financiero de la firma legal Hogan Lovells, a los lectores de EL GRÁFICO. “La razón es muy sencilla, el establecer barreras al comercio internacional detona un trastorno en los mercados pues premia a quienes han sido incapaces de competir, protegiéndolos artificialmente de productos de otra latitud que tengan mejores condiciones de calidad y precio”.
En ese escenario, los aranceles propician un aumento inmediato de precios al consumidor, y reducen la calidad de los productos disponibles en el mercado.
En el ejemplo de arriba, si una computadora extranjera pasa de 1,000 a 1,250 dólares, será más difícil comprarla.
Los aranceles para la economía de una nación son como el bisturí en manos de un cirujano: su uso puede ser preciso y útil o puede causar daños irreversibles.
“Las decisiones que está impulsando el gobierno de Estados Unidos serán el causante de un ciclo económico adverso en la región y el mundo”, prevé Torres Landa. “Corresponderá a los gobiernos de otros países fijar las reglas compensatorias para generar presión hacia dentro de EUA y que desistan de este pobre intento de sacar ventaja a su tamaño económico”.
Según el experto, el gobierno estadounidense debe medir muy bien el tamaño de “esta pifia” porque está deteriorando su imagen y calidad internacional: “Lo que han impulsado por décadas, exigiendo a sus socios comerciales apertura y competitividad, ahora deviene como un vil engaño y eso lesionará su liderazgo por años si no cambia de parecer pronto. El tiempo apremia para no generar daños irreversibles o de largo impacto”.
LAS PRIMERAS CONSECUENCIAS
Ayer, ante la imposición de una cuota de 25% a las importaciones de automóviles y autopartes por parte Estados Unidos, la armadora japonesa Honda anunció que su nuevo Civic híbrido, que entraría en línea de producción en 2027 en su planta de Guanajuato, se fabricará en Indiana, Estados Unidos.
Según Reuters, Honda vendió alrededor de 1.4 millones de coches y camiones en Estados Unidos el año pasado. Más de 240,000 fueron Civics, tanto de gasolina como híbridos, el segundo modelo más vendido de Honda en el mercado estadounidense después de su SUV, la CR-V.
Cuatro de cada 10 de los vehículos que Honda vende en Estados Unidos se fabrican en México y Canadá.
Y en sentido opuesto, la japonesa exporta unos 60,000 coches fabricados en Estados Unidos a Canadá yMéxico, por lo que aranceles recíprocos causarían aumentos de costos y, al final, de precios para el consumidor final.
PRODUCTOS MEXICANOS QUE A PARTIR DE HOY TIENEN 25% DE ARANCEL
- - Vehículos y autopartes
- - Electrónicos y maquinaria
- - Frutas, verduras y productos agrícolas
- - Carnes y productos cárnicos
- - Bebidas y licores
- - Textiles y confecciones
- - Plásticos y productos químicos
- - Acero y aluminio







