Empapados en sudor, con los muslos mojados y nuestras entrepiernas hinchadas y palpitando, nos acostamos en la cama.
Me pidió que lo montara, pero le expliqué que necesitaba ver cómo se desenvolvía en las posiciones. Así, me acomodó con los pies en sus hombros y así me lo metió.
Estaba haciéndolo lento, pero con un ritmo que hipnotizaba, así que comencé a menear mi cadera de la misma manera, encontramos muy buen acoplamiento y seguimos así.
Le pedí que me diera más duro, pues sentía que mi ‘almendrita’ iba a explotar; sin embargo, necesitaba más punch para llegar al éxtasis.
Él obedeció y continuó más duro y más profundo, tuve que empujarlo con mis pies y dejé que mi ‘squirt’ lo empapara, su miembro estaba escurriendo de mi jugo y eso hacía la vista más excitante.
Me volteó y, por unos instantes, mi cuerpo no tocó la superficie de la cama y así me puso de perrito.
Se puso de pie detrás de mí y sólo flexionó un poco sus rodillas para poder penetrarme, estuvo así durante un rato, no mucho porque con sus manos debía levantar mi culo y la posición aunque demasiado placentera, no es de las más cómodas.
Sentí cómo aceleró su ritmo y sacó su miembro para embarrrame de su leche la espalda, pero ¡qué cantidad de leche me dejó!
Tuvo el chance de girarme y dejar mi cara cerca de su miembro y llenarmela con su leche.
La imagen en mi cabeza sigue poniéndome caliente, yo con su leche escurriendo por mis nalgas, espalda y con un poco todavía en mi cara.
Si hubiera sido para una escena, el resultado hubiera quedado fascinante. Sin duda, tendremos que repetirlo y ver si fue la química y la emoción de la primera vez o si es tan profesional como dijo.
¿Se te antojó algo de este relato? Saben que les adoro de manera infinita y les mando mi amor.
¡Nos leemos la próxima semana!







