Cada año, mientras la ciudad se llena de luces, peregrinos y posadas, la pólvora reaparece como si fuera parte obligatoria del ritual. No lo es.
Desde la mirada de la seguridad, los cohetes son artefactos explosivos manipulados, la mayoría de las veces, por manos que no deberían tocarlos.
Las quemaduras por pirotecnia se concentran de manera clara en niñas y niños. No por mala suerte, sino por exposición. La curiosidad, combinada con la venta informal y la falsa idea del “aquí no pasa nada”, produce un coctel peligroso.

Manos, dedos, rostro y ojos son las zonas más afectadas. El IMSS registra durante esta temporada un aumento de hasta 25% en lesiones por pirotecnia. Detrás de ese porcentaje hay amputaciones parciales, cirugías de emergencia y secuelas permanentes que ninguna tradición justifica.
Tan solo en diciembre del año pasado atendimos desde el C5, a través de la línea de emergencias 9-1-1, más de mil 300 reportes relacionados con pirotecnia, principalmente por el ruido generado.
En una lógica de protección a la ciudadanía, la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, instruyó el Operativo Cero Pirotecnia, con revisiones preventivas en el Metro, en puntos de ingreso con cohetes como las estaciones Fray Servando, Merced, Candelaria, Jamaica, Zócalo, Pino Suárez y Salto del Agua.
¡Ponte al tiro!
Cuando se trata de explosivos no existen cohetes seguros ni supervisión suficiente. Las posadas se pueden disfrutar sin pirotecnia.





