Esa botella de agua o de refresco arrojada en la calle tardará hasta mil años en descomponerse por completo y desaparecer. Mientras, los daños causados serán incalculables.
Tan solo en cada una de las fotos del desbordamiento de la presa Mixcoac, en Álvaro Obregón, por las recientes lluvias, había decenas de botellas de PET, que se han convertido en el enemigo visible y uno de los causantes de inundaciones.
El problema ha llegado al extremo de usar dinamita para deshacer tapones de envases.
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Aunque es un material altamente reciclable, el Tereftalato de Polietileno no desaparece, se puede fragmentar en microplásticos que contaminan el agua, tierra y aire. Algo similar ocurre con las bolsas de plástico, que requieren hasta 150 años para degradarse.
La situación ha llevado incluso a crear el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, conmemorado cada 3 de julio, para recordar la importancia de reducir las bolsas de plástico de un solo uso.
Frente a esa realidad, la respuesta empieza en casa: separar, lavar, identificar y reutilizar. Además, participar en los programas de reciclaje. La Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, ha propuesto el Parque de Economía Circular para reciclar al menos 50 por ciento de los residuos que genera la capital.
¡Ponte al tiro! Ninguna política pública funcionará sin conciencia ciudadana respecto a tirar basura en las calles o emplear la coladera como vertedero para las bolsas con heces del perro.
@guerrerochipres