Ellos dicen que fue la pericia del piloto fallecido lo que los salvó de ser alcanzados por el helicóptero. Y es que al ver las partes fraccionadas, los habitantes se percataron de la magnitud del percance.
“Si el helicóptero hubiera caído sobre los puestos del tianguis dominical o sobre los edificios de la unidad, la tragedia hubiera sido mayor”, dicen los testigos del accidente.
Pero según los vecinos, antes de caer, el piloto giró para evitar pegar contra una torre de alta tensión para después dar vuelta y caer dentro del predio de la avenida del Imán.
Ayer, al momento en el que los bomberos y agentes federales retiraban los restos del helicóptero, los vecinos supieron que de haber caído en la zona de la unidad, no sólo tres personas hubieran muerto. Y es que sólo quedaron las partes traseras y no la cabina ni las hélices.
Las bateas de una camioneta de carga de tres y una camioneta de bomberos fueron suficientes para llevar los restos del helicóptero hacia el Aeropuerto de la Ciudad de México.
Dentro del predio utilizado para resguardar camiones del transporte público, aún quedan restos del vehículo calcinado.







