Santa Ángela de la Cruz, nacida en Sevilla en 1846, es venerada por su vida dedicada al servicio de los pobres y desamparados. Proveniente de una familia humilde, desde joven mostró un profundo compromiso con los necesitados, lo que la llevó a fundar la Compañía de Hermanas de la Cruz. Esta congregación se especializó en atender a los enfermos y a los más desfavorecidos, siguiendo el ejemplo de Cristo.
Santa Ángela trabajó en una zapatería mientras ayudaba a los pobres, lo que refleja su espíritu solidario. Su labor fue reconocida por la Iglesia, siendo beatificada por San Juan Pablo II en 1982 y canonizada en 2003. Su legado perdura a través de las obras que continúan realizando sus hijas espirituales.
La veneración a Santa Ángela se ha extendido no solo en España, sino también en América Latina, donde muchos fieles recurren a ella en busca de ayuda en situaciones difíciles, especialmente económicas. Su figura es un símbolo de esperanza y caridad, inspirando a las personas a actuar con amor hacia los demás.
Santa Ángela es conocida como "madre de los pobres", un título que refleja su dedicación inquebrantable al servicio social. Su intercesión es buscada por quienes enfrentan dificultades financieras, ya que se cree que su cercanía a Dios puede traer alivio y soluciones a las carencias económicas.
En México y otros países latinoamericanos, su devoción se manifiesta en oraciones y novenas, donde se le pide que interceda ante Dios para obtener las bendiciones necesarias. La vida y obra de Santa Ángela nos recuerdan la importancia del servicio desinteresado y la fe en tiempos de necesidad.







