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“Llegamos antes de mi cita. Yo iba cargado con algunos planos, mi portafolio, una caja de muestras que debía mostrar en la junta para un proyecto grande de mi incipiente empresa.
“Al bajar, lo hice de manera rápida y no me di cuenta de que, al hacerlo, se me olvido la cartera en el asiento.
“Luego de dos horas, salí de la junta y se me hizo extraño que ahí estuviera el taxista recargado en su coche. ‘Señor, qué bueno que ya salió’; ‘¿por?’, le pregunté, y entonces con una sonrisa me muestra mi cartera. ‘La olvidó, joven’, y yo, en lugar de decirle gracias, tontamente la revisé.
“Eso le molestó. ‘No soy ladrón, revísela bien, de lo contrario no lo hubiera esperado’. Le ofrecí disculpas y le intenté dar una compensación, pero no quiso. Le dije: ‘perdón, vamos a comer’ y eso sí aceptó.
“Me dijo que se llamaba Federico, que llevaba cinco años de taxista y que tras su jubilación trabaja para no aburrirse.
“Creo que existe más gente honesta y don Federico es un ejemplo de lo bueno que tenemos en México”. Si deseas ver publicada tu historia en este espacio, manda un correo a rrodolfo68@yahoo.com.mx






