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Su historia revela cómo una infancia quebrada, el abuso y las adicciones lo llevaron del oficio de mesero al narcotráfico; su mayor anhelo es disfrutar de un pastel y leche.
Martín cumple dos sentencias de 70 años en prisión. A sus 45 años, lleva 17 años encerrado y ha pasado por diez cárceles diferentes. Cada mañana se levanta a las seis para cumplir con las labores de limpieza obligatorias. Después, vende totopos y ofrece masajes a otros internos. Por cada bolsa de totopos que vende, gana un peso.
En un buen día, consigue reunir 30 pesos. Con ese dinero compra algo de comida para complementar lo que recibe del penal, ocasionalmente un poco de pan. Cuando se le pregunta qué es lo que más se le antoja, responde entre lágrimas: “Pastelito con su lechita”.
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¿Cómo llegó Martín del oficio de mesero al narcotráfico?
La historia de Martín no comienza con un expediente judicial. Nació en Pátzcuaro, Michoacán, en una familia disfuncional. Nunca conoció a su padre alcohólico, quien golpeaba a su madre. Tras la separación, su madre se quedó con tres de los cinco hijos y trabajó como mesera para mantenerlos.
Por ser el menor, Martín sufrió abuso sexual por parte de una mujer adulta entre los seis y siete años. Nunca lo contó por miedo.
A los 14 años comenzó a consumir marihuana. Estudió dos bachilleratos y trabajó como mesero en el Hotel Las Américas de Morelia, pero su adicción lo llevó a perder sus empleos.
A los 28 años cruzó la frontera a Estados Unidos. En el camino fue asaltado, caminó por el desierto y trabajó en restaurantes durante las Olimpiadas de 1996 en Atlanta. Ahí fue detenido varias veces y conoció a una mujer con la que tuvo un hijo.
¿Cómo fue que Martín terminó preso por narcotráfico?
De regreso en México, un conocido lo reclutó con engaños para un supuesto empleo como chofer. La oferta de mil pesos diarios resultó irresistible, pero cuando descubrió que era para el narcotráfico, ya era tarde. Presenció un asesinato y descuartizamiento, intentó huir, pero fue capturado.
La policía detuvo a un cómplice que lo delató y así cayó Martín, acusado de dos homicidios que asegura no haber cometido.
Hoy cumple condena, asiste a Alcohólicos Anónimos y sueña con abrir un restaurante y un anexo para ayudar a personas con adicciones.








