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Lo extraordinario de esta oración es cómo expresa el anhelo del alma por Dios usando el lenguaje del amor humano, algo característico de la tradición mística española. San Juan de la Cruz se inspiró en el Cantar de los Cantares bíblico y en la poesía amorosa de su tiempo para expresar la relación íntima entre el alma y Dios.
La oración refleja los cuatro elementos fundamentales de la espiritualidad sanjuanista: el desapego de lo material, la búsqueda constante de Dios, el amor transformador y la entrega total. Para nuestras vidas cotidianas, nos enseña que el amor verdadero implica olvidarse de uno mismo para entregarse completamente al ser amado, en este caso, a Dios.
La Oración del alma enamorada de San Juan de la Cruz dice así:
"Señor Dios, amado mío:
Si todavía te acuerdas de mis pecados
para no hacer lo que te ando pidiendo,
haz en ellos, Dios mío, tu voluntad,
que es lo que yo más quiero,
y ejercita tu bondad y misericordia
y serás conocido en ellos;
y si esperas a mis obras
para por ese medio concederme mi ruego,
dámelas Tú y óbramelas,
y las penas que Tú quisieres aceptar,
y hágase.
Y si a las obras mías no esperas,
¿qué esperas, clementísimo Señor mío?
¿Por qué te tardas?
Porque si, en fin, ha de ser gracia y misericordia
la que en tu Hijo te pido,
toma mi cornadillo,
pues le quieres,
y dame este bien,
pues que Tú también lo quieres.
¿Quién se podrá librar de los modos y términos bajos
si no le levantas Tú a Ti en pureza de amor,
Dios mío?
¿Cómo se levantará a Ti el hombre,
engendrado y criado en bajezas,
si no le levantas Tú, Señor,
con la mano que le hiciste?"
Esta oración refleja la humildad y el anhelo profundo del santo por unirse a Dios, reconociendo que todo bien viene de Él y que sin su ayuda no podemos elevarnos espiritualmente. El término "cornadillo" se refiere a una moneda de poco valor, simbolizando la pequeñez de lo que podemos ofrecer a Dios en comparación con su gracia infinita.







