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La declaración de este dogma en 1854 por el Papa Pío IX marcó un momento crucial en la historia de la Iglesia Católica, consolidando siglos de devoción popular y reflexión teológica.
"Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía."
"Oh Purísima Virgen María, concebida sin pecado original, yo te elijo hoy por mi Madre y Señora. Guárdame y defiéndeme como hijo tuyo que soy. Amén."
"Madre Inmaculada, en este día previo a tu festividad, te pido que intercedas por mi familia y por mí. Que tu pureza nos inspire a vivir en santidad y gracia. Amén."
- Un mantel blanco y azul (colores marianos)
- Velas blancas
- Una imagen de la Inmaculada Concepción
- Flores blancas, especialmente lirios
"Oh Virgen Inmaculada, que fuiste preservada de todo pecado desde tu concepción, ayúdanos a mantener nuestros corazones puros. Te pedimos que nos guíes en nuestro camino de fe y nos acerques más a tu hijo Jesús."
- Colocar velas o farolillos en ventanas y balcones
- Reunirse en familia para cantar himnos marianos
"Virgen Inmaculada, al terminar este día de vigilia, te pido que bendigas nuestro hogar y nos protejas durante la noche. Que mañana podamos celebrar tu fiesta con alegría y devoción. Amén."
Algunas comunidades también tienen la costumbre de:
- Realizar procesiones vespertinas con velas
- Participar en la Vigilia de oración en las parroquias
- Compartir una cena familiar especial
- Adornar las casas con telas blancas y azules
La clave es prepararse espiritualmente para esta fiesta, dedicando tiempo a la oración y la reflexión en familia.







