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Desde entonces, la ciudad de Loreto se convirtió en un importante lugar de peregrinación. La Santa Casa, como es conocida, está resguardada en la Basílica de la Virgen de Loreto, un templo monumental que atrae a fieles y turistas de todo el mundo.
En 1920, el Papa Benedicto XV declaró a la Virgen de Loreto como la patrona de los aviadores, en reconocimiento al simbolismo de los ángeles que transportaron la Santa Casa por el aire. Desde entonces, los aviadores y viajeros en general encomiendan sus viajes a la protección de esta advocación mariana, buscando seguridad en el camino.
Cada 10 de diciembre, se realizan misas y actividades especiales en honor a la Virgen de Loreto, especialmente en aeropuertos y bases aéreas. También es común que devotos visiten santuarios dedicados a esta advocación para agradecer por los viajes seguros y pedir su intercesión en futuros trayectos.
La devoción a la Virgen de Loreto es un recordatorio de fe y esperanza, especialmente para aquellos que cruzan los cielos, confiando en la guía divina durante sus travesías.







