León también combatió diversas herejías como el maniqueísmo, el pelagianismo y el priscilianismo, promoviendo la ortodoxia a través de concilios y escritos doctrinales. Su enfoque en la cristología y su defensa de la verdadera naturaleza de Cristo fueron cruciales para mantener la unidad doctrinal en una época de creciente división.
La trascendencia de San León Magno radica en su contribución a la consolidación del papado como autoridad central en la Iglesia Católica. Fue uno de los primeros papas en afirmar explícitamente la primacía del obispo de Roma sobre otras sedes episcopales, basándose en la sucesión apostólica de San Pedro. Su legado se manifiesta no solo en sus escritos teológicos sino también en su capacidad para guiar a la Iglesia a través de tiempos turbulentos.
León Magno es recordado como un "Doctor de la Iglesia", un título que refleja su profunda influencia en el desarrollo del pensamiento cristiano. Su enfoque pastoral y doctrinal ha dejado una huella perdurable en la tradición católica, siendo celebrado cada 10 de noviembre por su vida y enseñanzas.







