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“Comentó que de ahí iría a Cuernavaca a firmar unos papeles muy importantes, que pasaría por otra persona que iba a poner el coche para irse.
“Al llegar, cuando pagaba, su amigo le dijo que su coche no arrancó, entonces volteó y me preguntó: ‘Cuánto me cobras por llevarnos a Cuernavaca, debemos estar en hora y media’. Le dije que 2 mil pesos, porque iba a dejar de trabajar todo el día y que eso incluía las casetas. “Llegamos antes de lo planeado; así que mientras lo esperaba, me fui a echar unas quesadillas. Una hora después, aparecieron con una sonrisa de oreja a oreja. ‘Vamos a comer, todo salió de maravilla’, me dijo.
“Durante la comida supe que tenían una constructora y que iban a remodelar el lugar al que habíamos ido.
“Total que al dejarlos en el punto original donde me había hecho la parada, mi sorpresa fue mayor, pues no sólo me pagó lo pactado, sino ¡cuatro mil pesos!, lo de casi tres días de trabajo; ‘gracias nos disté un gran servicio’, me dijo, y yo feliz me fui a la casa”. Si deseas ver publicada tu historia, manda un correo a rrodolfo68@yahoo.com.mx






