Ruletear fue un gran apoyo

Rodolfo Rosales

OPINIÓN 25/10/2016 09:04 Rodolfo Rosales Actualizada 09:04

Ulises González es un profesional exitoso, gracias a que cuando era estudiante trabajó como taxista.

Ahora es un arquitecto que trabaja en una empresa muy importante mexicana, lleva 15 años de haber terminado su carrera, pero Ulises aún recuerda los últimos tres años de sus estudios, cuando tuvo que meterse a trabajar.

“En la casa todo iba bien, pero un día mi padre falleció atropellado y eso nos cambió el panorama. Yo cursaba el tercer semestre de la carrera, en el Politécnico y tenía otros dos hermanos, uno en la en la vocacional y la más pequeña en la secundaria”.

“Entonces, mi madre me dijo que si podía buscar un trabajo para ayudar con los gastos de la casa, pero todos eran de tiempo completo, hasta que un vecino me dijo que ya se sentía cansado de manejar su taxi, que si le podía echar la mano”.

“Yo estudiaba por la mañana y el señor me dijo que lo trabajara de tres a once de la noche. La verdad que se portó muy bien, porque el horario me permitía ir a la escuela y en la noche llegar a hacer mi tarea”.

“Pero lo mejor es que el dinero lo recibía diario, lo cual no solo me ayudaba a mí, sino a mis hermanos, cuando debían llevar cosas a la escuela, e inclusive la comida, porque la pensión era poca, pero con lo mío ya estábamos como cuando vivía mi padre”.

“No puedo negar que era muy duro, que me cansaba, pero cuando estaba en la escuela le ponía empeño porque mi idea era acabar bien, para poder ayudar más en la casa”.

“Además, en las vacaciones, el dueño del taxi me lo dejaba de tiempo completo y de ahí salía para comprarme ropa y mis instrumentos para la escuela, que eran caros”.

“Los tres años que pasé como taxista se me hicieron como agua y un día se subió al coche un señor que trabaja en una empresa muy grande y al calor de la plática le conté mi historia y me ofreció ayudarme, me dio un número de teléfono para que le llamara”.

“Le marqué cuatro veces seguidas y nada; hasta que un día me respondió y me regañó porque no le había llamado, entonces le dije que no lo había encontrado: ‘vente para acá ya te tengo una posibilidad de trabajo’, y que me voy”.

“Al llegar, me llevó con un jefe de área, quien luego de escuchar mi historia y de preguntarme mis calificaciones me dijo que el trabajo era en esa oficina, ayudando con los planos, a realizar informes, pero que era importante que llevara un comprobante de estudios con mis calificaciones”.

“Tres días después llevé el papel que me pidieron, era miércoles y al lunes siguiente comenzaba la quincena. La paga era muy buena, mucho mejor de lo que ganaba en el taxi y sólo trabajaría de tres a nueve de la noche”.

“Le fui a dar las gracias a mi vecino del taxi, a quien le dio mucho gusto y me deseó mucha suerte. Terminé la escuela, empecé a trabajar de tiempo completo y la vida nos cambió. Pero todo gracias a mi trabajo como taxista”.

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