El secretario de Desarrollo Social, Luis Enrique Miranda Nava, dejó la operación política que ejerció como subsecretario de Gobierno, en Bucareli, y su transferencia a la Secretaría de Desarrollo Social, prendió luces de alerta en la oposición del PAN y PRD. Le ven modos para intervenir en el proceso electoral de gobernador del Estado de México.

Miranda Nava es, pues, una carta a la vista de todos, sujeto, ya, del marcaje personal de los contendientes potenciales por la gubernatura mexiquense, que saben utilizar, como los priístas, los trucos para que los recursos de programas sociales impacten a favor de un candidato.

Su paso por la Secretaría de Gobernación, atrás de Miguel Ángel Osorio Chong, resguardó a Miranda Nava del desgaste que toca a los de la primera fila, y su nombramiento la semana pasada, en la sensible cartera de Desarrollo Social causó malestar político.

Compadre del Presidente de la República, Miranda Nava es el más cercano a Enrique Peña Nieto entre los miembros del gabinete. En Bucareli era un contrapeso frente al grupo Hidalgo, un monolito liderado por Osorio Chong. 

Fue secretario de Finanzas del Estado de México, con Arturo Montiel Rojas, y brazo derecho del gobernador Enrique Peña Nieto, en la secretaría de Gobierno. Antes de ello, perdió su única elección cuando contendió para alcalde de Toluca frente al PAN. Trabajó en lo suyo, la operación política para el triunfo presidencial de 2012.

Su designación como secretario de Desarrollo Social, atrajo un dardo de Maritza Díaz Hernández, ex pareja de Enrique Peña Nieto, quien calificó la decisión como “error garrafal”, y en su cuenta de Twitter publicó[JAA1] : “@EPN mejor q yo, sabes q tu compadre no tiene la capacidad para eso”. 

Díaz Hernández ironiza: “¿Cómo le va a hacer @LuisMirandaNava? si para ir al salón d belleza a cortarse y depilarse llega con 4 camionetas y 15 personas de seguridad?”.

El reto de atender el desarrollo social es mayúsculo, y es responsabilidad del gobierno federal concentrar su capacidad total en la atención de los marginados. Las agendas paralelas nunca fueron buenas…

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