'Me gané una gran recompensa'

Rodolfo Rosales

OPINIÓN 06/09/2016 09:52 Rodolfo Rosales Actualizada 09:52

Eran las seis de la tarde del ocho de julio de 2014 y nos cuenta nuestro amigo que circulaba a la altura de la Fuente de Petróleos cuando un anciano le hizo la parada.

“Dudé un poco, porque lo vi sucio y como desorientado, pero su ropa no era de mala calidad. ‘Me lleva a la colonia Guadalupe Tepeyac’. Con la cabeza le dije que sí y se subió adelante, lo cual no me gustó mucho, porque no subo pasaje junto a mí”.

“Pero el ruquito ya estaba arriba y ni modo de bajarlo, además de que me causó lástima pues traté de hacerle el viaje placentero, pero a cada palabra que yo le decía, el sólo movía la cabeza y se no hablaba”.

“Lo que me hizo pensar que podía tener problemas es que el señor temblaba mucho y se frotaba las manos, pero cada vez estaba más y más. ¿Tiene algún problema? Le pregunté y aceptó con la cabeza, pero sin mirarme”.

“Si me lo cuenta, a la mejor le puedo ayudar: ‘gracias muchacho, pero son cosas que no se arreglan con sólo escuchar, en la casa me he vuelto un estorbo para todos desde que empecé a tener problemas con mi memoria. Sabes, es muy difícil entender que tus seres queridos, en lugar de ayudarte se burlen o te traten mal. Eso me pasa desde que murió mi esposa, Mi hijo se va a trabajar y tanto mi nuera como mis nietos me hacen la vida imposible y me hacen sentir un inútil’. Yo me quedé sin palabras”.

“Para inyectarle ánimos le inventé que había perdido a mi papá siendo un niño y que si yo lo tuviera lo trataría con mucho amor y comenzó a reírse, lo cual me dio gusto”.

Al llegar a la colonia, me dijo con un sentido del humor inesperado: ‘te tengo dos noticias, una mala y otra peor’. A ver, suéltelas. ‘La primera es que no me acuerdo de la casa, sólo que en la esquina hay una tienda y tres lotes más mi casa, porque yo la compré porque soy arquitecto y la otra es que no traigo dinero para pagarle’, pero no me importó no cobrar”.

“Luego de varias vueltas y casi media hora de recorrer la colonia, encontramos la casa; el señor se bajó, tocó el timbre y salió una persona, la cual lo saludó, pero sin abrazarlo y luego se dirigió hacía mi”. “Cuánto se le debe señor, yo sonreí y le respondí que el taxímetro había marcado casi 300 pesos, pero que eso no era el problema. Sin importarme que me mandara a la fregada le comenté lo que el anciano me había contado y esbozó una sonrisa que me dio mucho coraje. Pero luego me contó que el señor era la persona que le cuidaba el jardín de la casa y que se había extraviado que de hecho la familia del señor había ido a levantar un acta, pero les habían dicho que tenían que pasar 48 horas”.

“Entonces me invitó a pasar a su casa, muy bonita por cierto, me pagó 500 pesos, lo de la dejada el tiempo de mi comida: ‘al señor le tenemos mucho aprecio, era amigo de mi padre’. Los hijos llegaron, abrazaron al señor y me dieron más dinero, les dije que no era necesario, pero insistieron; a cambio les pedí que lo trataran bien porque se quejaba de malos tratos y me dijeron que lo harían”.

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