Sudáfrica. – Vannesa Carter sobrevivió a un devastador accidente automovilístico y a una compleja reconstrucción facial creyó haber dejado atrás la peor parte de su historia. Sin embargo, años después enfrentó una pesadilla aún más aterradora: una infección que comenzó literalmente a “devorar” su nuevo rostro.
El accidente ocurrió en 2014, cuando viajaba como pasajera en un automóvil que sufrió una violenta colisión en Johannesburgo. El impacto le dejó lesiones que cambiaron su vida para siempre: fracturas múltiples en la mandíbula y la nariz, pómulos destrozados y la pérdida total del ojo derecho. Su estado fue tan grave que necesitó más de un mes de hospitalización y la intervención de un amplio equipo de especialistas para reconstruir su cara pieza por pieza.
La recuperación fue larga. Se sometió a numerosas cirugías y a la colocación de un ojo artificial. Ocho años después del accidente, como parte final del proceso, los médicos le implantaron una prótesis para cerrar un gran espacio entre el pómulo fracturado y la nariz. Todo parecía avanzar bien, hasta que un día sintió algo extraño.
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Mientras viajaba notó una humedad recorriendo un costado de su rostro. Al mirarse en el espejo quedó paralizada de terror: pus salía de su mejilla, justo donde le habían colocado la prótesis. Los estudios confirmaron el peor escenario: una infección severa le estaba deteriorando la piel y el tejido facial día con día.
La prótesis tuvo que ser retirada y enviada a análisis, mientras la infección avanzaba. Durante tres años luchó contra la infección, con el temor constante de que ningún medicamento lograra detenerla.
Tras ocho meses de preparación, dos cirugías adicionales y un nuevo tratamiento con antibióticos, su batalla de más de una década finalmente llegó a su fin. En una última intervención en el párpado, pudo volver a descubrir su rostro.