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Un caso reciente de trata de personas ha conmocionado a internautas de distintas partes del mundo, ya que tres mujeres tailandesas que vivieron en carne propia esta terrible experiencia han decidido romper el silencio y relatar a algunos medios de comunicación el calvario que sufrieron en una "granja de óvulos" operada por personas de origen chino en Georgia, una ex república soviética.
Cerca de 100 mujeres fueron mantenidas como esclavas en una granja de óvulos humanos, donde eran alimentadas con hormonas y tratadas como ganado, según han revelado tres de estas víctimas a las autoridades tailandesas.
Una de estas mujeres aseguró que los óvulos fueron mantenidos cautivos por una organización criminal china que vendía sus células reproductivas en el mercado negro. El rescate fue impulsado por Pavena Hongsakula, fundadora de la Fundación Pavena para Niños y Mujeres, quien se enteró de la situación gracias a una víctima que logró escapar tras pagar alrededor de 42 mil pesos mexicanos a los criminales para su liberación.
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El caso fue reportado por el periódico tailandés Bangkok Post. La víctima que regresó a Tailandia en septiembre de 2024 informó a Pavena sobre otras mujeres tailandesas que seguían atrapadas en una granja de recolección de óvulos en Georgia, país ubicado entre Asia y Europa, sin dinero suficiente para comprar su libertad.
Esta información permitió a las autoridades tailandesas, en colaboración con Interpol, iniciar una operación para liberar a las demás mujeres. El rescate se concretó el 30 de enero, cuando tres mujeres más fueron devueltas a Tailandia. Sin embargo, la información salió a la luz hace unos días.

Reclutamiento
La mujer liberada vio un anuncio en Facebook que ofrecía un trabajo como madre sustituta para parejas que no podían tener hijos en Georgia, asegurando que el proceso era legal en el país. Al llegar, fueron llevadas a una zona rural donde había varias casas grandes y descubrieron que al menos 100 mujeres tailandesas ya estaban viviendo en condiciones similares. Pronto se dieron cuenta de que no se trataba de un trabajo como madres sustitutas, sino que la banda criminal las sometía a tratamientos hormonales para estimular la producción de óvulos. Una vez al mes, eran anestesiadas para que les extrajeran los óvulos.
En muchos casos, las mujeres no recibieron ningún pago por su participación en el proceso. Se sospecha que los óvulos recolectados fueron traficados y vendidos a otros países para ser utilizados en fertilización in vitro (FIV).