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La fecha del nacimiento de Jesús de Nazaret constituye uno de los muchos debates entre historiadores y expertos en estudios bíblicos.
Las investigaciones indican que el 25 de diciembre no corresponde con el momento histórico del nacimiento, sino que esta fecha se estableció siglos después por motivos culturales y religiosos.
Según los historiadores, la selección del 25 de diciembre como fecha para celebrar la Navidad ocurrió en el siglo IV, durante el gobierno del emperador romano Constantino. Esta decisión respondió a una estrategia de la Iglesia para cristianizar las festividades paganas del solsticio de invierno, particularmente las celebraciones romanas del Sol Invictus.
Los estudios basados en referencias astronómicas y climatológicas mencionadas en los textos bíblicos sugieren que el nacimiento pudo ocurrir durante la primavera o el otoño. Los pastores mencionados en el evangelio de Lucas difícilmente habrían estado en los campos durante el frío diciembre de Belén.
Si la descripción bíblica del nacimiento de Jesús en un pesebre fuera precisa, los registros meteorológicos confirmarían que fue prácticamente imposible el alumbramiento de María se hubiera dado en diciembre.
San Lucas dice en el capítulo 2, versículo 7: "Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí que se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron los pastores gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí que os doy nuevas de gran gozo, que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor".
Esto no pudo ocurrir en invierno, puesto que para que los pastores acamparan al aire libre la temperatura no podía ser muy baja, debido a que en esas fechas y en esas latitudes, el frío es muy intenso. Además, los historiadores cuentan que los pastores no dejaban los rebaños a la intemperie de octubre a marzo.
Pero la celebración del 25 de diciembre se consolidó gradualmente en el mundo cristiano. La fecha coincidía con festividades importantes en otras culturas: las Saturnales romanas, el Yule germánico y otras celebraciones del solsticio de invierno, facilitando la transición de las poblaciones hacia el cristianismo.
Este proceso de adaptación cultural representa un ejemplo de sincretismo religioso, donde la nueva fe cristiana incorporó elementos de las tradiciones locales para facilitar su adopción. La fecha se mantiene hasta hoy como un símbolo cultural que trasciende su precisión histórica.







