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Patterson acabó vendiendo los restos de los cuerpos de los leones al Museo Field de Historia Natural de Chicago en el año 1925.
Años más tarde, en la década de los 90, el gestor de colecciones del museo, Thomas Gnoske, se dio cuenta, mientras examinaba las dentaduras de aquellos leones, de que los dientes rotos dejaban al descubierto cavidades donde habían ido acumulando pequeños amasijos de restos de pelo de sus presas a lo largo del tiempo.

Ahora, los avances en microscopía y genómica han permitido reconstruir la dieta de aquellos leones a través del análisis del ADN de esas muestras de pelo almacenadas en los dientes rotos. Entre otros, los resultados revelaron que los dos leones que se alimentaban de seis tipos de presas: jirafas, humanos, antílopes acuáticos, ñus y cebras.
Los autores quieren seguir reconstruyendo la dieta de los leones a lo largo del tiempo para determinar con exactitud cuándo comenzó su hábito de depredar humanos.







