Al momento de su descubrimiento, la tumba del faraón contenía un texto que amenazaba con “muerte por una enfermedad que ningún médico puede diagnosticar” a cualquiera que perturbe los restos momificados reales.
Sin embargo, este descubrimiento demuestra que la tumba estaba realmente “maldita”, aunque de manera deliberada y biológica, y no de manera sobrenatural como se ha especulado.