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De acuerdo con su amigos, Carlos se caracterizó por su carisma y simpatía por lo que era el alma de la fiesta.
Sin embargo, jamás imaginarían que lo verían bailar por última vez. Corrían los acordes del tema de música tropical cuando vieron como el hombre se desvaneció en suelo.
Lo que podría interpretarse como una broma de mal gusto de inmediato puso en alerta a los fiesteros al ver que su amigo estaba inconsciente.
Por su propios medios, Carlos, quien se dedicaba a vender joyas, fue llevado a un hospital de la comunidad de Iquitos donde se declaró que había muerto a consecuencia de un infarto fulminante.
De acuerdo con medios locales, unas horas antes el sujeto había acudido a otra fiesta, pero por desgracia, como decimos en México, este año “ya no cargará a los peregrinos”.







