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El temor a que la guerra se expandiera iba en aumento mientras aviones israelíes de combate atacaban objetivos en Cisjordania, Siria y Líbano en los próximos días.
Los ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) se mostraron dispuestos a demandar una “pausa humanitaria” en Gaza para que pueda llegar ayuda, si bien serán los líderes comunitarios quienes fijen la posición al respecto en la cumbre de este jueves y viernes en Bruselas.
Por su parte, Estados Unidos se opuso a un alto al fuego de los bombardeos de Israel en Gaza por considerar que eso permitiría a Hamas recomponer sus fuerzas y prepararse para nuevos ataques.
220 personas al menos, están secuestradas en Gaza por el grupo islamista Hamas desde el pasado 7 de octubre.
El grupo islamista Hamas instó ayer a la ONU y a los países árabes y musulmanes a aumentar la presión para lograr la apertura de un corredor humanitario en la Franja de Gaza.
Cuando el Ejército israelí dijo a los palestinos del campo de refugiados de Beach, en la ciudad de Gaza, que huyeran hacia el sur porque era más seguro, la familia de Dima Al-Lamdani, de 18 años, rezó para escapar de los incesantes ataques aéreos.
Sin embargo, días después, Lamdani tuvo que identificar los cadáveres de sus familiares en una morgue improvisada en la ciudad meridional de Jan Yunis. Perdió a sus padres, siete hermanos y cuatro miembros de la familia de su tío en un ataque aéreo israelí, contó.
“Nos dijeron que evacuáramos nuestra casa y nos fuéramos a Jan Yunis porque es seguro (...) Nos traicionaron y nos bombardearon”, dijo.
Lamdani relató que su familia y la de su tío viajaron en dos autos a través de Gaza, que se ha enfrentado al bombardeo más intenso desde que el grupo militante palestino Hamás lanzó un ataque contra Israel.
La familia de Lamdani se encontraba en un refugio temporal en Jan Yunis. “A las 4.30 de la madrugada estaba despierta y sentada con mi tía tomando café. De repente, me desperté en medio de las ruinas. Todo el mundo a mi alrededor gritaba, así que grité”.
Lamdani, con un lado de la cara magullada, contó, tras buscar a sus familiares en la morgue el 17 de octubre, que solo uno de sus hermanos y dos primos pequeños habían sobrevivido. “Es una pesadilla. Nunca se borrará de mi memoria”, dijo. “Tenía una hermana de 16 años. Escribieron mi nombre en la sábana blanca en la que envolvieron su cuerpo, pensaron que era yo”.







