Junto a tres bicicletas infantiles yacen seis bolsas mortuorias. Y al fondo, los cadáveres de los atacantes palestinos. Es una de las escenas de horror que dejó la masacre de más de 100 civiles israelíes a manos de Hamas en el kibutz de Kfar Aza, donde el ejército israelí encontró los cuerpos de 40 bebés masacrados, junto con sus padres.
El ejército convocó a los medios para que fueran testigos de lo ocurrido en Kfar Aza, en la frontera con Gaza. Hamas irrumpió el sábado, pero el ejército pudo repeler a los islamistas aquí y en otros kibbutz como Beeri, Nirim o Alumim, apenas hasta el lunes.
Los periodistas, protegidos con cascos y chalecos antibalas, y acompañados por soldados israelíes, recorrieron Kfar Aza, que quedó devastado y donde aún se veían los cadáveres de miembros de Hamas afuera de las casas destrozadas por el fuego.
Los atacantes “incendiaron las casas, para obligar a sus ocupantes a salir” y luego ametrallarlos.
Pese a que tenían puertas de acero para protegerse contra los ataques con cohetes, no estaba equipada con cerraduras.
Una familia que vive en la ciudad de Modi'in describió su experiencia como “aterradora” e instantes después de que las alertas de sirena sonaron, comenzó el fuego en su casa: “Una de las cosas más difíciles fue escuchar a mi perro morir quemado, gritando, un sonido que nunca me abandonará”, dijo una mujer que lo perdió todo.