RELATOS PICANTES

Lulú Petite y el cliente cochinón que le gusta rudo y atascadillo

¿Y cuál fue su sorpresa? Que se lo encuentra con su mujer

Lulú Petite y el cliente cochinón que le gusta rudo y atascadillo

(Foto: Especial)

Sexo 22/02/2024 15:10 Lulú Petite Actualizada 15:10
 

Querido diario: Hacía rato que no veía al viejo cochino. Su costumbre es contratarme para relajarse después de haber cerrado un buen trato. ¿Qué mejor para celebrar un negocio jugoso que liberar el estrés cogiendo bien y rico?

Reservaba en el mismo hotel fifí, en mero Polanco, llegábamos juntos al lobby y, después de cenar, subíamos a una habitación donde pasábamos algunas horas haciendo el amor de manera cochinota y entusiasta.

Digo cochinota, porque le gustaba el sexo rudo. Que lo amarre, que le ponga esposas, que le dé cachetadas, le escupa en la cara, le pellizque los pezones y le apriete los tanates.

Le gusta que, mientras lo monto, lo trate como a un puerco. Así me pide que lo atienda, a punta de reatazos. Y subraya en que le diga: “pinche viejo cochino”.

Claro, en el restaurante, antes de subir a la intimidad, nos portamos civilizadamente. Se porta sumiso, pero no masoquista. Me cuenta del negocio que cerró y de cómo van las cosas; eso sí, tiene terminantemente prohibido mirarme a los ojos mientras cenamos. Prohibición que, obviamente, se puso él mismo.

Entramos al elevador. Subimos a la habitación y, apenas cierra la puerta, se pone en cuatro y gatea hasta la cama, o se queda en el piso para dejar que yo lo maltrate. 

Desde luego, todo es un juego y, aunque sí le doy sus nalgaditas y lo trato como a mi puerco, todo es ligero y en un ambiente de respeto. Eso sí, muy bien pagado.

Cual sería mi sorpresa cuando esta mañana, estoy desayunando en un restaurante de Chapultepec y, de pronto, entra mi viejo marrano acompañado de una señora (seguramente su esposa) y dos chavitos adolescentes (sin duda sus hijos) idénticos a él.

Se puso rojísimo y escogió una mesa muy lejos de la mía. Sé que es masoquista, pero no lo quise hacer sufrir (gratis). Apuré mi desayuno, pedí la cuenta y me fui. Estoy segura de que llamará. Siempre que me topo a un cliente en la calle, pronto llama.

Hasta el martes, Lulú Petite

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