La rubia saca la polvera y la pone frente al hombre que coloca su dedo índice en un pequeño rectángulo dorado. En el espejo dice: [Libre de virus] [Esterilidad activada]. Una vez que se prende una luz verde, el chico saca una polvera parecida y la rubia hace lo mismo.
El tipo pide a la rubia que se arrodille, saca su miembro y lo encaja en su boca. El hombre clava su miembro en la garganta de la chica que recibe las acometidas orales cerrando los ojos y gimiendo entre el placer y la asfixia.
Se desnudan. El tipo pone a la mujer en cuatro, escupe hacia el sexo, esparce su saliva con los dedos y le mete el miembro por el ano.
La rubia respinga, pero recibe las embestidas. El tipo se viene gimiendo y, cuando se la saca, una gota de esperma espeso resbala por el orificio de la rubia.
La chica sale del departamento, camina por el pasillo, sube al elevador y vuelve a sacar la polvera. Revisa que recibió 8 mil créditos del tipo. Son-ríe, toca un par de botones y su cabellera se vuelve castaña y corta, sus ojos negros.
Es bajita y algo redonda. “Benditos filtros”, piensa, antes de subir al vagón del riel elevado.
Perdón por la historia rara, la soñé y quise compartirla.
Hasta el jueves, Lulú Petite.