Así que estuve llena de orgasmos y de caricias. Cuando llegamos, yo ya estaba en lencería y ellos rápidamente se quitaron la ropa y se quedaron en bóxer, comenzamos con besos y estuve tocando sus cuerpos para ver qué paquete me tocaba comerme.
La primera posición fue yo de rodillas y chupando sus pepinos, uno en la boca, otro en la mano. Así, hasta que quedé tan mojada, que podía escurrir por los muslos. Uno de ellos me puso de perrito y me dejó lista para que el otro me penetrara, mientras yo chupaba.
Tuve tantos orgasmos que mis piernas estaban temblando. Así que sólo me giraron para dejarme en posición de misionero y cambiaron de lugares, ahí me di cuenta que también era un tipo de competencia para darme placer.
Varias embestidas en esta posición, su pepino hasta el fondo de mi garganta. La sensación de estar ahí para ellos dos, de darles placer y dejar que me lo dieran todo.
Hubo un momento donde me cargaron entre los dos, yo estaba haciéndolo con uno, abrazada con mis piernas de su cintura y con su miembro dentro. Pero mi otro acompañante era quien me movía, decidiendo él la velocidad y profundidad con la que me daban amor.
Todo era como una conexión entre los 3. Teníamos al alcance el placer del otro. Nos decíamos cosas como “que rico”, lo típico, pero la coordinación no se hablaba, más bien era psíquica.
Yo hubiera amado una venida de ambos dentro, pero quería sentirlo en realidad. Así que dejé que terminaran en mi cara y tetas, amé el resultado. Pronto me animaré a hacerlo para un video. Justo así como se los estoy diciendo. ¡Les envío todo mi amor!”.







