Dicen que en el rock ya todo está escrito. Que cualquier nueva pieza que aparezca en el horizonte tendrá, forzosamente, una . Que este género ya lo entregó todo. Pero, bueno, la influencia siempre ha existido. Los personajes que hoy miramos como clásicos o leyendas también tuvieron un predecesor, una guía, un faro que, directa o indirectamente, les mostró el camino.

Recurrentemente me preguntan por bandas nuevas que pueda recomendar. Y en cuanto lo hago, suelto algunos nombres: Fontaines D.C., Vaundy, Hermanos Gutiérrez, Brigitte Calls Me Baby o los mexicanos, Pepe Pecas o Vondré, por mencionar solo unos cuantos. Entonces me comentan que esa música ya la hicieron antes otros artistas y la demeritan.

Lo cierto es que no ha existido un músico que se haya acabado todas las melodías para componer nuevas canciones. Sería tan ridículo como pensar que un solo pintor ya lo trazó todo y no puede existir un nuevo cuadro. Las pinceladas en la música son inagotables, y hay quienes seguimos sumergiéndonos en aguas profundas con la esperanza de encontrar el cofre del tesoro.

Ahora bien, hay muchísimo material del pasado que uno puede descubrir en cualquier momento y caer rendido a sus pies como si fuera la novedad, lo actual: una película que salió hace 20 años, un disco de los años setenta o un cantautor que jamás supo que su música había tenido éxito del otro lado del planeta y fue redescubierto cuando ya era un anciano.

Para mí, es un motivo de celebración cuando encuentro una canción que me remueve por dentro. Me pasó recientemente con una banda de finales de los años sesenta, Blue Öyster Cult, y su tema ‘Burnin’ for You’. Y ni se diga con los nuevos discos de Pulp y Suede, la crema del britpop que regresa por su corona. Y en ese tenor, donde lo clásico se enreda con lo nuevo, se acaba de estrenar el sencillo ‘My Only Angel’, que toma el enorme colmillo rockero de Aerosmith y lo fusiona con la frescura rebelde de Yungblud, como primera entrega de un EP que saldrá a finales de año.

Sangre joven en la garganta del vampiro Steven Tyler (que se niega a morir bajo los rayos del sol); guitarras aniquiladoras de Joe Perry y Yungblud como un seductor diamante, bien apadrinado por el diablo, por Aerosmith y por el eterno Ozzy Osbourne, desde la ultratumba donde todo lo contempla.

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