A limpiar de divos a la Selección

Gerardo Velázquez de León

OPINIÓN 29/05/2019 00:34 Gerardo Velázquez de León Actualizada 08:44

No es la dificultad de jugar contra Cuba, Canadá o Martinica, que bien podría mandarse a un combinado de la Liga de Ascenso y salir airoso. Tampoco se trata de que sea la Copa Oro más lejana al Mundial o que la FIFA haya decidido acabar con la Copa Confederaciones. Es respeto a la Selección, algo que no ha pasado en décadas y que se supone que con Gerardo Martino cambiaría.

Las bajas de Javier Hernández, por paternidad; la de Héctor Herrera, por cansancio; la de Carlos Vela y José Manuel Corona, por capricho; y las de Hirving Lozano, Miguel Layún y Carlos Salcedo, por lesión, abren un complejo panorama para el recién estrenado técnico nacional. Se dio cuenta, muy temprano en su gestión, de en dónde se ha metido; a un grupo sin disciplina, orden y autoridad.

Quienes ven lejano el Mundial de Qatar 2022 y no quieren acudir a la Selección Nacional, que no vuelvan, que dejen esos espacios a quienes  están dispuestos a llevar el proceso completo de Martino.

La Copa Oro puede dar la imagen de una vacilada de torneo, pero no lo es. Se ha jugado 24 veces, 10 con el nombre de Copa Concacaf y 14 bajo el concepto y formato que conocemos  actualmente, y pese a que la Selección Mexicana es la que más títulos posee, con 10, por seis de Estados Unidos y tres de  Costa Rica, lleva nueve años dando penas en este torneo. Desde que levantó la Copa en el Rose Bowl contra Estados Unidos en  2011 en el mejor partido de la historia de Giovani dos Santos como jugador mexicano, se han disputado tres ediciones penosas para los representativos nacionales.

En  2013, bajo el mando de José Manuel de la Torre, fueron eliminados por Panamá en el estadio de los Cowboys, un golpe muy fuerte a la credibilidad del proyecto a un año de la Copa del Mundo. Dos años después se vivió uno de los espectáculos más horripilantes de la Concacaf en un torneo oficial que benefició descaradamente al equipo mexicano  en cuartos de final, al marcarle un penalti inexistente contra Costa Rica al final de los tiempos extra, y en semifinales haciendo lo propio en el minuto 99; es decir, dando además un tiempo excesivo en el alargue.

En cuartos el árbitro fue Walter López, guatemalteco y en semifinales, Mark Geiger, estadounidense, ambos dignos sujetos para ser investigados por un comité anticorrupción. México fue campeón, pero con una carga fuerte en su espalda, señalado por panameños con una manta en el vestidor del Georgia Dome de Atlanta, como “Concacaf Ladrones, corruptos”. Un título que no supo a nada y que además fue el último partido de Miguel Herrera por aquel desplante de violencia en contra de Christian Martinoli en el aeropuerto de Filadelfia.

Hace dos años, con Juan Carlos Osorio al frente, el ridículo fue gigantesco al perder en semifinales  con Jamaica. Es decir, fracasos continuos aún ganando el título, por eso es tan importante iniciar el ciclo Martino con autoridad y ganando, convenciendo y, si se puede, hasta goleando a sus rivales, ese es el reto.

Así que es una buena oportunidad para el Tata de limpiar de divos a la Selección  y encontrar jugadores comprometidos y convencidos, aunque no vendan, por el momento, tantas entradas como los que se auto descartan. 

gvlo2008
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