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“Se clavaron por allá sabiendo que no se vende”, comentaba una de las vecinas frente a la escena del crimen, resguardada por policías y elementos del Ejército Mexicano.
“Al que mataron era familiar del puesto de jugos”, señalaba otra señora.
Decenas de familiares y conocidos del hombre asesinado rodearon su cuerpo. Una señora no paró de gritar y llorar, situación que se exacerbó cuando llegó la unidad forense.
“¡Por qué! ¡No se lo lleven!”, reclamaba la señora.
Mientras peritos de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX (FGJCDMX) levantaban el cadáver, elementos de la Policía de Investigación (PDI) recorrieron la zona buscando cámaras de seguridad para lograr ubicar a los responsables.
En el único puesto de tacos abierto a solo unos metros del cadáver, los vendedores se organizaban para llevarle una velita al difunto.
Como era la hora en que los niños regresan de la escuela, un grupo de estudiantes, quienes intentaba entrar a la vecindad, bromeaba sobre la situación,
como si estuvieran acostumbrados al sonido de las balas y a la muerte.







