CIUDAD DE MÉXICO.- Hace dos años, Édgar regresó a la casa de su madre con un divorcio, adicciones y 48 años. María Tomasa soportó la violencia de su hijo hasta ayer, cuando el hombre la mató a golpes por pedirle que se fuera del domicilio.
La mujer tenía 79 años y vivía en un departamento de la Unidad Habitacional Villa de los Trabajadores, en la alcaldía Tláhuac. Ahí, en ese departamento pequeño del edificio 5 C, Édgar Francisco buscó refugio tras separarse de su esposa.
Fueron dos años en los que María Tomasa soportó la violencia de su hijo. Y es que él tenía una adicción al alcohol que ella no soportaba.
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Ese gusto por la botella era la causa de los reclamos de la madre, ya que cuando el vendedor ambulante llegaba a casa embriagado, la mujer se disgustaba.
Ayer por la madrugada fue la última pelea. A esa hora, el hombre llegó alcoholizado y ella le pidió que se fuera de la casa.
Al escuchar que lo echaban, el matricida comenzó a golpear lo que hallaba en su camino.
Él, de cuerpo robusto y altura que sobrepasaba a la de su madre, inició por azotar el espejo del baño hasta quebrarlo.
Después siguió con los muebles de la sala y el comedor para después atormentar a la mujer que se encontraba refugiada en la única recámara.
Con saña, Édgar logró entrar a la habitación en donde no paró de pegarle a su mamá hasta matarla.
Los gritos y el estruendo de los golpes alertaron a los habitantes de la unidad habitacional y a la sobrina de la víctima.
Ella pudo ingresar a la vivienda cuando el hombre ya había asesinado a su madre.
Ahí, en el piso y a un costado de la cama, halló a María Tomasa sin vida.
Él fue retenido por los vecinos hasta que los policías llegaron a aprehenderlo para llevarlo al Ministerio Público.