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Sabemos que a veces suele avergonzarnos que alguien más sepa en qué hemos errado, pero es importante que sepas que estarás equivocado si optas por la confesión, ya que éste acto tiene sus beneficios. A continuación te decimos 5 de ellos, para que no dudes en hacerlo.
Cuando haces algo que sabes que Dios no vería con buenos ojos, es normal sentir que la conciencia te pesa y entre más te guardes el secreto, más atormentará tu mente.
Por eso, al desahogar tu alma en el confesionario, comenzarás a sentir que te has quitado un peso de encima; además, el confesor jamás podrá revelar nada de lo que le digas.
Una de las grandes virtudes que Dios nos ha dado, es la capacidad de analizar las cosas que hemos hecho y aprender a diferenciar el bien del mal.
Por eso, si en algún momento cometes un pecado, lo primero que debes hacer es ir a la Iglesia a hacer una confesión y posterior a ello, tienes la oportunidad de recapacitar tu error para no volver a caer en los pecados.
Recuerda que a la hora de entrar a un confesionario, el sacerdote no puede juzgar tus actos. Él escuchará con atención tu problemática y en una de esas, podrás escuchar algún sabio consejo de alguien con más expertiz.
Sólo recuerda que para esto, debes saber ser escucha y aplicar con sabiduría lo que escuches de su voz.
Todos los pecados manchan nuestro historial celestial y existen varios que se pueden reparar.
La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza, son defectos que han corrompido al hombre, pero la ventaja de identificar que cometimos alguno, es que lo podemos reparar.
Si en algún momento, por ejemplo, sientes que has deseado a la mujer del prójimo e intentaste algo con ella, confiesalo a un sacerdote y después trata de alejarte de aquella persona,
Este es el punto más importante de todos, pues quien tenga el perdón de Dios, lo tiene todo en la vida.







