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“Con el poco dinero que me quedó, hice la mejor inversión; lo usé para hacerme de la mejor herramienta que me permitió recuperar lo perdido: mi taxi.
“Empecé a trabajar. Por mucho tiempo estaba inconforme, pero poco a poco fui cambiando, porque había pasajeros que me contaban sus problemas y fue ahí cuando me di cuenta de que no era el único.
“Fue la queja de una pasajera la que me hizo cambiar para bien: ‘Mi esposo no me saca ni a la tienda’, me dijo.
“Entonces, hice una agenda para visitar a mis familiares, llevar al parque a mis hijos, salir con mi esposa.
“Mi vida empezó a cambiar a pasos agigantados, recuperé la confianza de las personas que defraudé, hago ejercicio, comparto tiempo de calidad con familiares y amigos, ¡por eso amo mi taxi!”
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