DESDE HACE 3 AÑOS
Maricela reconforta a familiares de pacientes con Covid con un cálido tamal, en CDMX
(Foto: Ivonne Rodríguez, El Gráfico)
Maricela tiene más de cinco años atendiendo un puesto de tamales frente al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), en Tlalpan. Durante los últimos tres años, le ha tocado ver lo que nunca: personas de todos lados pernoctando fuera, aguantando el frío. Las ha visto llorar al enterarse de la muerte de un ser querido víctima del Covid-19, pero también las ha visto brincar de alegría al enterarse que vencieron al virus.
Se ha convertido en una testigo muda de todo lo referente a la pandemia. A más de uno, revela, les ha regalado tamales o atole para mitigar el frío que los retuerce durante este invierno, mientras aguardan.
Ahora, en este Día de la Candelaria, cuando tradicionalmente se comen tamales en el país, no escatimó en gastos y trajo unos cuantos más. “Los he dado de corazón porque veo como hay familias que sufren. Todos me preguntan si me he contagiado porque nunca he dejado de vender aquí, donde llegan todos los contagiados, pero como lo hago de corazón, el virus no me hace nada”, dice la mujer, mientras recoge su pequeño puesto ubicado en el cruce de Tlalpan y calle Chimalcoyotl.
Lee también: Por presencia de soldados, pobladores de Santa Fe no entran al Bosque de Chapultepec
Ayer a las ocho de la mañana ya no tenía un solo tamal. “Normalmente se me acaban a las 9, pero ahora llegaron muchos a comprar”, comentó la comerciante, quien presume que su “hit” son los de rajas con queso y los de cerdo en verdolagas; nadie se resiste a ellos.
Ayer miércoles, que la demanda de tamales fue mayor, Maricela se tendió desde temprano y espero a los clientes. Antes de empezar a surtir los pedidos que ya tenían con anticipación se dio una vuelta por los alrededores del INER, donde aún pernoctan quienes tienen familiares internados a consecuencia del Covid y hasta el de Cancerología, donde afuera siempre hay un necesitado, aseguró la mujer.
“La verdad es que la gente ha bajado aquí, antes veía en todo el camellón a familias enteras que ahí dormían. La gente llegaba llorando esperando a que los atendieran o se peleaban, ahora la verdad ya no es tanto, como que la gente entendió. Afortunadamente, a mí no me ha dado en todo ese tiempo, luego camino hasta donde está Cancerología y les invito un tamal a los que veo más jodidos que uno”, ríe Maricela; para ella todos los días son de la Candelaría.
(Fotos: Cuartoscuro)