El 28 de febrero de 1933, el diario EL UNIVERSAL tituló como “El robo más audaz del año” al atracó que sufrió el comerciante libanés Kanaan Said Kanan.
De acuerdo con su declaración, la noche del 27 de febrero se llevó una sorpresa cuando regresó por dinero a su comercio y observó que la mercancía con mayor valor no estaba en los casilleros.
En el interior del local había cajas aventadas por todas partes y, a simple vista, ninguna señal por donde entraron los ladrones.
La noche en que cometieron el delito, los delincuentes ingresaron por una alcantarilla que estaba en la puerta poniente del Mercado de Rufina, caminaron cincuenta metros por el colector e ingresaron a un túnel que los llevó a la tienda del libanés; cuando estuvieron abajo del local, rompieron el cemento y taladraron la duela del piso.

Foto: (Archivo. El Universal)
Para evitar que la mercancía se mojara por las filtraciones de agua, los ladrones colocaron una cubierta de hule en la excavación.
En el interior del pasadizo, la policía encontró un cabo de vela, zapatos, jabón, un pantalón de dril con una letra M de color rojo, una broca rota de una pulgada de diámetro, una botella con una mecha que olía a petróleo, una alpargata, un puñal y una pala.
Mientras un grupo de policías investigaba en sitios que frecuentaban ladrones de bajo perfil, los agentes Valente Estrada y José Lozano Casillas buscaban pistas en la bóveda del puente de Cartagena, lugar en donde hallaron algunas prendas que eran propiedad del comerciante.
En ese sitio, encontraron herramientas que sirvieron para la edificación del pasadizo y un sobre a nombre de la señora Felipa Martínez con domicilio en Ocotitlán del Estado de México.
Al localizar a la mujer, los policías descubrieron que era madre de Leonor Sánchez, quien trabajaba como portera en una casa de la Avenida Uruguay.
Cuando los policías visitaron la vivienda de la joven, la encontraron confeccionándose un vestido de seda color café.
Al ser interrogada, declaró que la tela se la regaló Tomás Moreno Licea, un amigo que la visitaba cuando no estaba su marido; tras ser detenido, el sujeto vestía la ropa que hurtó en el local “La Victoria”.
Además, algunas de las prendas que la policía encontró en el túnel le pertenecían y su letra era la del sobre que hallaron en el puente de Cartagena.

Foto: (Archivo. El Universal)
Por la declaración de Tomás Moreno, el 2 de marzo de 1933, los policías lograron la detención de Antonio González González y del jefe de la banda Tomás Guerrero Mata.
Los integrantes del grupo delictivo explicaron que durante la noche realizaron las excavaciones del túnel y en el día dormían en un campamento que montaron debajo de la bóveda del puente de Cartagena.
En las casas de los delincuentes, los agentes de la seguridad pública hallaron la mercancía que saquearon.
La prensa de la época describió el robo como una “joya artística” porque se ejecutó con una precisión técnica que evitó una persecución policiaca con un saldo sangriento.






