La noche en Madrid siempre ha ocultado secretos, pero en los años 80 y principios de los 90, la sombra de un horror inimaginable se cernía sobre los más vulnerables: los indigentes. En el corazón de la capital española, un asesino serial silencioso y brutal tejió una leyenda negra de la que muy pocos hablan hoy. Su nombre era Francisco García Escalero, y el apodo que le otorgó la prensa resonaría con escalofrío: "El Matamendigos".

Infancia de miedo

Para entender la mente detrás de estos crímenes atroces, debemos retroceder a la infancia de Francisco. Creció a la sombra de los muertos, cerca del Cementerio de la Almudena, un entorno que, según los analistas, moldeó su obsesión por la muerte y los cuerpos. Su vida fue una espiral descendente marcada por el maltrato paterno y una educación precaria. Sin embargo, lo que realmente sellaría su destino criminal fue una devastadora enfermedad mental: la esquizofrenia en grado máximo, agravada por un alcoholismo crónico.

La enfermedad lo llevó a desarrollar fantasías oscuras que no solo involucraban la muerte, sino también la perversión. Francisco García Escalero no solo asesinaba; practicaba actos de necrofilia y canibalismo con los restos de sus víctimas. Este modus operandi de una brutalidad inimaginable lo convirtió en uno de los criminales más sádicos de la historia de España.

Las víctimas perfectas

¿Por qué eligió a los indigentes y, ocasionalmente, a las prostitutas como sus objetivos? La respuesta se encuentra en su absoluta vulnerabilidad. En palabras de los investigadores, eran las "víctimas perfectas", personas consideradas "invisibles" por la sociedad, cuya desaparición tardaba días o semanas en ser notada. Esto le otorgó a "El Matamendigos" un margen de maniobra terrible para ejecutar sus crímenes sin ser detectado de inmediato.

La lista de horrores que confesó eriza la piel: 14 asesinatos. Aunque los tribunales le atribuyeron formalmente 11, la espantosa verdad de su violencia incluía mutilaciones y desmembramientos. Cada noche, Francisco García Escalero se transformaba, llevando a cabo una masacre serial que aterrorizó a los bajos fondos de Madrid.

Absolución de horror

Lo más impactante de la historia de Francisco García no es solo la crudeza de sus actos, sino el resultado legal. A pesar de haber confesado sus crímenes —confesiones que, en un principio, fueron descartadas por las autoridades como "producto de su imaginación esquizofrénica" mientras estaba internado—, nunca fue condenado a prisión en el sentido tradicional.

Durante el juicio, los forenses lo describieron como el "paradigma de la locura". La Audiencia Provincial de Madrid determinó que, debido a su enajenación mental, era inimputable. Fue absuelto de los cargos.

Sin embargo, la justicia lo consideró un "peligro social" de tal magnitud que ordenó su ingreso forzoso en un psiquiátrico penitenciario, una cadena perpetua médica. Francisco García Escalero pasó el resto de sus días en esa institución, falleciendo allí en 2014 a la edad de 60 años. Su historia es un recordatorio sombrío de cómo la enfermedad mental extrema puede convertirse en el motor de una violencia inimaginable y cómo, a veces, los mayores horrores se esconden justo a la vista, en los rincones más olvidados de la ciudad.

Google News

TEMAS RELACIONADOS