Pasaron toda la noche orando y se dice que Santa Águeda se les apareció rodeada de ángeles y le dijo a Lucía que ella misma poseía dones curativos y su madre quedaría sanada gracias a su fe.
Lucía le pidió a su madre de favor que jamás la entregara en matrimonio, sin embargo, la mujer obligó a su hija a que aceptara casarse con un joven pagano, pero ella lo rechazó y él, disgustado, la acusó ante el cónsul de Siracusa de ser cristiana, por lo que, un juez dispuso que fuera llevada a un prostíbulo para que la violaran.
Al quererla llevar al prostíbulo, los soldados le amarraron las manos y los pies con cuerdas, pero por más esfuerzos que hacían no podían moverla. La leyenda indica que, mientras ella discutía con el cónsul, el Espíritu Santo la tornó tan pesada que ni siquiera varios bueyes consiguieron moverla.
Después se ordenó que la hirvieran en aceite, pero tampoco lo consiguieron y, el cónsul convencido de que era bruja ordenó que la quemaran en la hoguera, pero, después de arder y consumirse toda la leña, Lucía estaba íntegra.
Al enterarse de lo que sucedía, el gobernador Pascasio ordenó a los guardias que le quitaran los ojos. Esta es la razón por la cual esta santa es la patrona de las enfermedades oculares Porque cuando su cuerpo estaba preparado para ser enterrado, se descubrió que sus ojos habían sido milagrosamente restaurados. En las pinturas, Lucía es mostrada con los ojos en un plato dorado y también sosteniendo la rama de palma, que simboliza el martirio y la victoria sobre el mal. Su fiesta se celebra el 13 de diciembre.







