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La imagen se convirtió en un emblema que unía a los insurgentes, quienes la veían como un símbolo de su lucha por la libertad. En contraste, los realistas usaron la imagen de la Virgen de los Remedios como su estandarte, generando una "guerra de las vírgenes" entre ambas figuras.
La imagen de la Virgen también fue vista como un emblema que unía a los insurgentes, representando un punto de convergencia entre diferentes grupos sociales, incluidos criollos e indígenas.
Como la “protectora y patrona de la Independencia", su figura fue utilizada para inspirar fervor religioso y patriotismo entre los combatientes.
La Virgen de Guadalupe llegó a ser conocida como "María Insurgente" y "Virgen combatiente", consolidándose como un símbolo central en la lucha por la libertad y la identidad mexicana.
Esto tuvo sus consecuencias: el obispo Manuel Abad y Queipo mencionó en un edicto de excomunión que Miguel Hidalgo había pintado en su estandarte la inscripción: "Viva la Religión. Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno".







