Considerada patrona de los arqueólogos, conversos y divorciados, Santa Elena de Constantinopla, o simplemente Santa Elena, fue la madre del emperador romano Constantino I, pilar de la expansión por lo que hoy es Europa del cristianismo y catolicismo.

Santa Elena nació alrededor del año 250 d.C. en Bitinia, la actual Turquía. Siendo ya una mujer adulta se convirtió al cristianismo e influyó en su hijo, Constantino I, para que legalizara el cristianismo en el Imperio Romano.

Aunque no es un hecho comprobado la tradición dice que ella descubrió la Vera Cruz, la cruz en la que Jesús fue crucificado, durante un peregrinaje a Tierra Santa alrededor del año 326-328 d.C.

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Su espíritu como expedicionaria sirvió para promover la construcción de iglesias en lugares sagrados de Palestina. Por esto es que se considera protectora de arqueólogos y se le atribuye poder espiritual para ayudar a sus devotos a encontrar objetos perdidos:

"Oh gloriosa Santa Elena, que tuviste la gracia de encontrar la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, ayúdame a encontrar [objeto perdido] que tanto necesito. Por tu intercesión, que pueda hallarlo pronto. Amén."

 

La asociación de Santa Elena como patrona de los divorciados se basa en aspectos agridulces de su vida personal.

Se sabe que fue la concubina o esposa de Constancio Cloro, quien luego la repudió para casarse con Teodora, hijastra del emperador Maximiano. Esta separación se considera una forma de divorcio en el contexto de la época porque, aunque no fue un divorcio formal como lo entendemos actualmente, fue una experiencia dolorosa para Elena, similar a lo que experimentan muchas personas al divorciarse.

A pesar de su separación, Elena logró prosperar. Más tarde fue honrada como Augusta o emperatriz y tuvo una gran influencia en el imperio a través de su hijo Constantino.

Su ruptura sentimental la hizo más compasiva hacia aquellos que atravesaban situaciones similares, lo que la convierte en una figura de consuelo para los divorciados.

Los devotos pueden recurrir a Santa Elena buscando consuelo, fortaleza y guía para superar las dificultades emocionales y prácticas que suelen acompañar a un divorcio, inspirándose en su capacidad de sobreponerse a la adversidad y encontrar un nuevo propósito en la vida.

 

"Oh Santa Elena, que fuiste elegida por Dios para descubrir la Cruz de Cristo, ayúdanos a llevar nuestras cruces con paciencia y amor. Intercede por nosotros para que, siguiendo tu ejemplo de fe y devoción, podamos encontrar la verdadera cruz de la salvación en nuestras vidas. Amén."

Su fiesta se celebra el 18 de agosto en la Iglesia Católica.

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