En 1975, la imagen de una mujer joven con una camiseta ceñida y un mensaje provocador causó revuelo en una sociedad que empezaba a leer el cuerpo femenino como territorio de disputa.
Formaba parte de una rebelión global que, desde el cine, la música y la calle cuestionaba el orden moral. Era la época de la segunda ola feminista, de Kate Millett y Germaine Greer, y de un cine mundial que empezaba a empoderar el cuerpo femenino.
En ese contexto, la imagen de Leticia Perdigón se rebelaba contra el status quo: “Mojé la camiseta para que se me pegara, pero no con la idea de provocar un escándalo, sino para promover la película”.
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¿Cómo desafió Leticia Perdigón los límites del cuerpo femenino en el cine?
Hoy, su carrera, que ha atravesado cine de autor, cine comercial, telenovelas y teatro, da cuenta de algo más que una imagen.
“No he sido un algodoncito de azúcar”, dice Perdigón, al definir el carácter con el que ha atravesado una industria.
“Hago muchos papeles que la gente no quiere hacer y, afortunadamente, llegan a mí, y los hago con mucho gusto, ya sea sin maquillaje o desnudos [...] y hablo más allá de los desnudos, porque los que yo hice fueron justificados”, indicó la estrella nacional.
Sobre la persona que guió su camino para ser una reconocida actriz, ella no duda en dar el merecido crédito: “Mi hermano José Luis estaba siempre conmigo, guiándome para elegir mis personajes. Varias veces tuvimos que devolver adelantos porque la película nomás no era posible hacerla; él siempre me cuidó, tanto que me decía que yo me dedicara a ser buena actriz... pero que no cantara (risas)”, recordó la entonces joven estrella de la cinta ‘Lagunilla mi barrio’ (1981).








