El reconocido rockero argentino Fito Páez alzó la voz en defensa de los narcocorridos en México. En una reciente entrevista con Billboard, el intérprete de "El Amor Después del Amor" se mostró contundente ante la creciente intención de prohibir este género musical, argumentando que representa una forma de expresión cultural que surge de una realidad vivencial.
"Se llama narcocorrido entonces ya está hablando por sí solo. Yo creo que es terrible que se ejerza la censura, no se puede, 'vamos a mediar las palabras que decimos'. En todo caso, yo diría que el narcocorrido es una expresión cultural que nace de un hecho vivencial", sentenció Páez, dejando claro su desacuerdo con cualquier intento de silenciar estas narrativas musicales.
El músico fue más allá al señalar que la responsabilidad de la violencia que azota a México no recae en los artistas que cantan sobre ella.
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“Los estados son los tienes que regular que eso no suceda para que esos ámbitos desaparezcan y no haya más muertos y no haya más tráfico de drogas y no exista la cantidad de anomalías que se generan a través de estas estructuras, que ahora, la culpa la tienen los cantantes. No funciona así", recalcó el argentino, deslindando a los músicos de ser los causantes de la problemática del narcotráfico.
Las declaraciones de Páez se suman a un debate candente que ha tomado fuerza en las últimas semanas. Cabe recordar, la presidenta Claudia Sheinbaum, en una conferencia mañanera, abordó el tema de temas bélicos y, aunque descartó una prohibición directa, sí hizo un llamado a la reflexión sobre el contenido que consume la ciudadanía, en un contexto marcado por la persistente violencia en el país.
Esta postura oficial se dio a conocer poco después de la presentación de Los Alegres del Barranco, en Zapopan, Jalisco, donde se proyectó la imagen de Nemesio Oseguera Cervantes, alias ‘El Mencho’, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación; la polémica fue tal que la agrupación sinaloense fueron imputados por presunta apología de delito.
En este clima de tensión, la reacción de algunos fanáticos ante la “censura autoimpuesta" de artistas del regional mexicano también ha añadido un ingrediente preocupante al debate. El caso de Luis R. Conríquez en el Palenque de Texcoco, quien se negó a interpretar algunos de sus temas más conocidos, desató la furia de un sector del público que respondió con violencia, arrojando objetos al escenario e incluso dañando los instrumentos.
Para Paez la pregunta sigue abierta: ¿dónde se traza la línea entre la libertad de expresión y la apología del crimen?