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“Tengo que estar agradecido, porque siempre le pido las cosas (a Dios) y me las cumple, y esta es una”, dice el también conductor.
Mientras lo maquillan para lograr el aspecto avejentado, no para: manda mensajes, responde llamadas, solicita corregir cosas de su vestuario... porque para Ramones el verdadero momento de darle paso al señor Scrooge es antes de salir a escena.
“Te empieza a caer el 20 del personaje cuando ya estás vestido y cuando comienzan a dar la segunda llamada, pues ya estás cerca del escenario y escuchas el murmullo de la gente”.
Ese momento para él es de concentración total, evita hablar con la gente a su alrededor y en su cabeza repasa cosas, como si tiene su utilería a la mano. Incluso, no quiere saber cuándo su familia ya está en su butaca, porque no desea que lo saquen de la convención de ese mundo de ficción al que está por entrar a la “tercera llamada”.
Tengo que estar agradecido, porque siempre le pido las cosas (a Dios) y me las cumple, y esta es una”.







