
(Foto: Especiales)
Gina, cuyo nombre real era Regina Inés Barbosa Govea, nació en Brasil, donde se destacó por su destreza en el baile.
A los 15 años, Gina transforma su figura mediante el baile y el ejercicio, convirtiéndose en una figura sensual y atractiva.
En 1976, Montes llegó a México, donde se abrió paso pese a las adversidades, como la muerte de su padre.
Debutó como solista y se destacó como bailarina en el programa “Vamos a Cantar” con el cantante César Costa.

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Su habilidad y simpática sonrisa atrajo la atención del productor Humberto Navarro y en 1978, se convirtió en una figura del show de variedades “La Carabina de Ambrosio”, de Televisa, donde se hizo célebre por sus coreografías y la singular risa que soltaba luego de responder con “denankiu” en sus intervenciones con el “magazo Beto, el Boticario”.
Gina lidió con oscuros rumores como aquel que la relacionaba con Arturo “Negro” Durazo, jefe del Departamento de Policía y Tránsito del Distrito Federal y con Carlos Castañeda, exjefe de personal de la Procuraduría de la república, durante el sexenio del presidente José López Portillo; una relación que ella siempre negó.
“Lo vi una vez, nunca hablé con él, no le toqué la mano, fue a verme a un show”, precisó Gina en una entrevista para “La historia detrás del Mito”.
En 1985, tras convertirse en madre, Montes abandonó México y se fue a vivir a Nueva York. Según el escritor José González González, autor del libro “Lo negro del Negro Durazo”, Montes se embarazó de un músico, ante ello Gina huyó por miedo a las represalias de los mandos policiales.
En territorio norteamericano Gina se separó del padre de su hija y sufrió un aparatoso accidente automovilístico que casi la hace perder su pie. El daño a su columna fue fatal y tuvo que dejar el baile, pero nunca perdió las ganas de vivir.
“En ese momento hay un cambio en mí tan fuerte que tuve que reinventarme como persona. De ser bailarina y de andar de acá para allá, me vi en una silla de ruedas y con una niña chiquita para criar”, dijo la bailarina en un documental realizado en el 2012 con la directora Melissa Saucedo.

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Ella siempre negó su pasado con el poder; aseguró que, tras separarse de su pareja, se dedicó a su hija, Judith. Trabajó como chofer, cocinera, bordadora y sirvienta para salir adelante.
“No he estado en mafias, no he sido secuestrada ni he estado loca, y sí en mis 5 sentidos, trabajando para salir adelante en la vida”, contó al programa de TV Azteca.
“Me fui a vivir a Nueva York. Allá trabajé en cosas que jamás imaginé. Fui chofer, cocinera, bordaba ropa, en fin, aprendí mucho y tuve la fuerza necesaria para trabajar y sacar adelante a mi hija”, detalló.
La bailarina se refugió en el budismo, disciplina en la que encontró paz y, poco a poco logró sanar; volvió a caminar.








