
Corría el mentado casete en el taller, yo con los dedos llenos de grasa y la escoba en mis manos, hasta que sonó 'Heartbreaker'. Me quedé congelado, dejé de hacer mi labor, mi mente se perdió completamente en la canción desconocida para mí hasta ese momento.
Seguro he de haber recibido alguna instrucción final, que ni escuché. No podía creer que algo sonara tan brutal, así de brutal y perfecto.
Terminé el turno, y le dije a mi tío que si me prestaba la cinta (ahora que lo recuerdo, jamás se la devolví en 25 años).
Llegué aún nervioso a casa, me urgía poner de nuevo esa proeza sabor metal que ni su nombre sabía y así lo hice decenas de veces seguidas en el reproductor de casa. Era un sonido puro y poderoso que me hacía sentir vivo, fue un antes y un después en mi vida, sin duda. “¿Qué banda será? ¿Cómo se llamará la canción?”, pensé luego de varias escuchas.
Me impactó que en un momento de rola, el guitarrista quedara completamente solo casi un minuto (sin bajo, sin voz, sin batería), sin que se cayera la contundencia del blues.
Era un milagro, un tesoro en mi poder, y al mismo tiempo una responsabilidad el conseguir más material de esa banda que se convirtió en uno de mis dirigibles más preciados para el resto de mi vida.
ENCORE. El pasado 9 de enero, Jimmy Page cumplió 80 años. Místico, genio, adelantado, virtuoso, estrella, ZoSo, viajado, energético, ocultista, productor, multiinstrumentista, eterno.
Además de ‘Heartbreaker’, track central de esta postal con el corazón roto, acompaña estas letras con ‘La última batalla de Aquiles’ (Presence 1976, Led Zeppelin), y que el último esfuerzo de Aquiles nos acompañe, ahora en este camino mío en solitario.

(Fotos: Instagram)