El homicida imitador

La roja 08/07/2016 05:00 Ricardo Ham Actualizada 05:00
 

El precio del libro no era elevado y Joel lo necesitaba, llevaba varios meses documentándose sobre ellos, los admiraba, deseaba ser, actuar y pensar como sus ídolos; estaba empapado de cada uno de sus movimientos y de sus gustos, no había récord que no conociera ni origen que desechara, se había convertido en un total experto; pero la idolatría no era suficiente y necesitaba matar.

Joel deseaba como ninguna otra cosa pertenecer al selecto grupo que sus héroes habían formado, muchos de ellos ni siquiera eran consientes de la manera en que sus vidas habían sido motivo de admiración para muchos y de horror para otros. 

Joel estaba seguro que podría seguir los pasos de los más grandes asesinos seriales, solo necesitaba encontrar el momento exacto, la persona ideal, el arma idónea.

Tenía previsto iniciarse con una prostituta, tal como lo hicieron Jack El Destripador y Henry Lee, como Ted Bundy, la violaría y torturaría; incluso podría sodomizarla siguiendo el ejemplo de Charles Ng, pero Joel quería ser el mejor asesino en serie de la historia, rebasar a todos ellos, buscaba ser recordado dentro del selecto grupo de los peores asesinos seriales de los Estados Unidos. Joel Rifkin logró su sueño tras matar a 17 prostitutas en Nueva York.

Hijo adoptivo de un amoroso matrimonio, Joel tuvo una infancia sin carencias, creció dentro de un hogar tan funcional como cualquier otro, sin embargo, el estrecho lazo emocional que había construido con su padre, se rompió debido al cáncer que padecía éste último, su fallecimiento debido a la incurable enfermedad cambio por completo la personalidad de Joel.

A partir de ese momento nació en él una extraña atracción hacia la literatura sobre asesinos seriales, inició un estudio exhaustivo de los modus operandi de cada uno de ellos con el fin de imitarlos.

Al igual que otros, Joel inició su carrera homicida asesinando prostitutas, los cadáveres descuartizados de sus primeras experiencias jamás fueron encontrados, las siguientes murieron por asfixia, a otras  les rompió el cuello, varias fueron arrojadas al bosque para no ser encontradas nunca, incluso a una de ellas simplemente la escondió debajo de un colchón.

El impresionante ritmo y aumento desenfrenado de la violencia de Rifkin se detuvo por un inocente error, fue detenido tras conducir su auto a gran velocidad, al igual que otros asesinos como Henry Lee Lucas, Joel conducía largas distancias para deshacerse de los cuerpos, idéntico a Kemper, Rifkin gustaba de llevar los cadáveres en el asiento trasero del auto.

El 28 de junio de 1993 el veloz viaje de Rifkin fue interrumpido, a bordo de su camioneta llevaba el cadáver en estado de descomposición  de Tiffany Bresciani, una sexoservidora con quien había tenido relaciones para posteriormente asesinarla, tras ser detenido inició una larga confesión de al menos 17 homicidios, todas las víctimas provenientes del mercado del sexo en Nueva York.

Durante el cateo a la casa de Joel fueron encontradas decenas de identificaciones de supuestas víctimas, fétidos olores provenientes de las habitaciones y cadenas empapadas de sangre humana. 

La demente explicación que dio el homicida sobre su actuar, fue que asesinaba prostitutas para que le hicieran compañía a su padre fallecido, pues estaba seguro que debía sentirse muy solo, además, el imitador declaró que sólo habría 17 víctimas pues era exactamente la mitad de su edad, decidió de dejar de matar a los 34 años.

 

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